The NewZealand Story - El lindo pero dificil juego de plataformas.
Taito fue una de esas grandes casas con muchas decadas en esto de hacer juegos. Entre sus grandes éxitos se encuentran clasicazos de la talla del "Bubble Bobble" o del "Arkanoid", pero junto con estos hay más juegos que brillan con luz propia y uno de ellos es este "The NewZealand Story". Maldita la hora en la que pusieron este juego en mis recreativos habituales, ya que fue el tiro de gracia para mi maltrecha economía (y la razón que me obligó a comprarme una consola).
Allí estaba ella, negra, altiva y con… un horrible mando para zurdos (soy diestro, que le voy a hacer). En su interior un alegre pollito correteaba de plataforma en plataforma disparando con un láser a unos caracoles (reconocido enemigo de la humanidad en los 80) mientras trataba de rescatar a su novia, atrapada en una jaula al final de la fase. Después de jugar durante años y de creerme desenganchado a base de pasármela "sienes y sienes de veces" descubrí que estaba versionado para varias consolas, ordenadores, que había emuladores en los que jugarlo y que existía una especie de segunda parte. Bueno, creo que nunca podré librarme de él.
Jugabilidad de The NewZealand Story
Tiki el kiwi (no, no es un pollo) tiene que recorrer toda Nueva Zelanda para rescatar a sus amigos y a su novia de las garras de una malvada morsa de color morado (Wally). No es la historia más original jamas hecha, pero hay que reconocer que la localización no es nada convencional. Pasando al juego en si la cosa es muy simple de explicar, Taito te pones las mejores pantallas de plataformas jamas hechas (al menos por aquel entonces) y tú pones tu habilidad para manejar a Tiki.
El sistema de juego en The NewZealand Story es un clásico. Pantalla enorme, salto, disparo, control omnidireccional (vamos, que puedes ir en cualquier dirección) mata bichos y llega al final de la pantalla antes de que se te acabe el tiempo (en cuyo caso un diablo rojo mu malo te matará sin remedio).
Hasta aquí nada fuera de lo normal pero empiezas a jugar y ves que las pantallas son realmente enormes, que tienes más de veinte enemigos diferentes a los que enfrentarte, que si vas recogiendo letras y formas "extend" te dan vidas, que la dificultad es ajustada al máximo, que le estás pillando un vicio acojo… plaff, mientras te caía la baba un bicho con malas pulgas te ha metido un flechazo entre ceja y ceja, ya estabas en el nivel 4-3 faltaba tan poco pero… ¿qué es esto?.
Pues sí, otra de las pequeñas joyas de este arcade era que si pasabas de la 3-1 y te mataba algún bicho por un disparo tu última vida tenías una nueva oportunidad. Tiki subía al cielo (diferente según murieras en la zona 3, 4 o 5) y allí debía encontrar una salida para volver a la tierra (esto solo era para masters porque la salida estaba muuuuy escondida) o encontrarse con la virgen María (¿y esta que hace aquí?) y fin del juego, no te lo pasabas pero era una salida digna.
Ya habías llegado al punto de no retorno, quedabas enganchado y durante semanas no podías pensar en nada que no fueran "warps" (los pasajes ocultos del juego), que globo (había de todo, desde el simple, hasta el super rápido del cisne, pasando por el indestructible, el que te daban cuando te mataban, la nave espacial, y a veces te podías colgar de abajo o subirte encima) era el más adecuado para pasar cierta pantalla o como matar al pulpo final de la segunda fase. Y lo peor era que una vez te lo pasabas tenías esa sensación de que te falta algo por descubrir. Vamos, un enemigo público de la economía de cualquier persona.
Gráficos de The NewZealand Story
Que tiempos cuando un juego con un apartado gráfico tan simple como este era calificado como un juego bonito. Y es que toda la estética del juego es de un "cute" que prácticamente asusta (al más puro estilo pop and twin bee). Destacar los fondos y lo bien que estaban hechos, llenos de detalles y dibujos que aludían a la zona en la que te encontrabas, simplemente deliciosos (el dibujo de la primera pantalla en el que se ve a la novia de Tiki pidiendo ayuda aun me emociona).
La intro de The NewZealand Story no es ninguna maravilla para lo que hoy en día estamos acostumbrados a ver, pero era entrañable ver a ese montón de kiwis juerguistas siendo raptados por una morsa. Por otro lado tenía una bonita variedad de enemigos (de esos que te da pena matar), a veces se llenaba la pantalla de estos, y por último lado, una anécdota. En la versión recreativa Tiki hacía un bailecito cuando entraba en los warp zones. En ninguna versión doméstica he conseguido ver el bailecito.
Música & Sonido
Melodías en The NewZealand Story hay mas bien pocas, una para los monstruos de final de fase, otra para cuando se te empieza a acabar el tiempo, la de las fases en el cielo y la que te acompaña en todas las demás pantallas. La verdad es que variedad no tenía, pero la musiquita se te pegaba a la cabeza y acabas tarareándola a todas horas, igual que la melodía de la intro, que es simple, pero sobra.
Decir que en un cd de músicas había una versión de la música de The Newzealand Story. En lo que se refiere a efectos de sonido pues lo justo, uno para cada arma, otro al coger algo, cuando te dan vida, nada del otro jueves, nada de voces, pero la verdad es que no le hacía falta.
Bezel
Pueden descargar el bezel u overlay de the NewZealand Story dando clic aqui.
Gameplay
Conclusión de NewZealand Story
Indiscutiblemente este juego es uno de los reyes de las plataformas y ningún salón recreativo está completo sin su copia del NewZealand Story. Tal vez ha quedado un poco oculto detrás de los Bubble Bobee, Rainbow Islands y demás, pero en mi modesta opinión los supera ampliamente.
Tal vez Taito debería haber exprimido un poco más a Tiki y compañía, ya que nunca llegó a sacar una continuación, bueno exceptuando el Liquids Kids del cual se dice que sería la segunda parte, aunque también hay que decir que tiene múltiples conversiones a otros sistemas, siendo igual a la maquina en X68000 y muy parecido en Master System y Pc engine. Lo que está claro es que no puedes dejar escapar una oportunidad de probar The NewZealand Story .
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