5 Videojuegos para jugar a ser Dios
¿A qué se parece eso de tener un poder absoluto? Probablemente ninguno de nosotros vaya a ser capaz de levantar imperios, derrotar a líderes terroristas a miles de kilómetros de distancia o conseguir que un pueblo le siga ciegamente, pero afortunadamente tenemos a los videojuegos para hacernos probar, ligeramente, a qué sabe la medicina.
Mucho ha llovido desde que Peter Molyneux lo partiera por primera vez (la primera vez de muchas más que vendrían) con Populous. Aquí va nuestra particular selección de títulos para jugar a ser Dios y no fracasar en el intento.
Populous
Resulta curioso el hecho de que Populous naciera en una Bullfrog cuyo primer lanzamiento era un matamarcianos puro y duro, de nombre Fusion, mientras que el juego que programarían tras nuestro particular simulador de dios sería un clásico plataformas a la vieja usanza: Flood. En todo caso, Populous era una auténtica revolución que por méritos propios definiría el buen hacer de Bullfrog como desarrolladora, con un Peter Molyneux al frente que por aquellos entonces no le hacía ascos a eso de pasar largas noches programando y otras tantas dibujando gráficos a golpe de ratón. El mismísimo Eric Chahi y su todavía calentito From Dust puede dar fe de la influencia que ha suscitado este auténtico juegazo.
Con la clara influencia de aquel Utopia para la consola Intellivision (más que probablemente el primer "simulador de dios" en el mundo del videojuego), el inefable Populous nos ponía en la piel de una deidad que debía cuidar de los suyos, a la par que combatía contra otros dioses rivales. En nuestra mano estaba el manipular el entorno a nuestro antojo, pudiendo desde trastear con el terreno (elevándolo o aplanándolo), en pos de facilitarle la vida a nuestro fieles creyentes, o, en el más extremo de los casos, imponer serios castigos en forma de catástrofes naturales.
Su revolucionaria metodología lúdica sorprendió a propios y extraños, convirtiéndose sin ningún lugar a dudas en todo un referente para aquellos Amiga, Atari ST y compatibles PC de la época en la que lo vieron nacer. Aparte de las consecuentes conversiones a todo tipo de videoconsolas, no era de extrañar el aplaudido recibimiento que tuvo por parte de la crítica, otorgándole entre 1989 y 1990 premios tales como el "Computer Game of the Year" de la revista 'Video Games & Computer Entertainment'.
Black & White
Peter Molyneux repite en la lista con una versión ampliada y mejorada de lo que fue Populous. Puede que Black & White no fueran excesivamente aplaudidos a nivel crítico en su día pero el tiempo los ha tratado con bastante cariño.
En Black & White nos tocaba controlar a un Dios con forma de criatura salvaje que tenía absoluta libertad para hacer lo que quisiera con los aldeanos que lo adoraban y aquello era un puntazo, pero el control en ocasiones era ligeramente desesperante. Pese a lo dicho, Molyneux logró dotar al título una gran sensación de libertad -una de las constantes de la gran mayoría de sus juegos -con esta segunda aproximación al género.
En lo que parece una constante cuando se habla de los últimos títulos de Molyneux, el juego no recibió grandes elogios pero, como hemos apuntado, el recuerdo que guardamos con los años hace justicia al revuelo que montó en su momento.
Spore
Sporre de Will Wright, salido hace unos años, podría ser un caso parecido al de Black & White: levantó una expectación enorme para llevarse un auténtico chasco en cuanto salió a la venta.
Concebido como una mezcla entre arcade y estrategia en tiempo real, Spore nos permitía meter mano en la cadena evolutiva desde el minuto uno: coger a una larva, conseguir que se convirtiera en una forma de vida inteligente y llevarla hasta la colonización espacial y el encuentro con otras especies extraterrestres.
El gran problema de Spore fue, quizá, estar demasiado compartimentado (tenía cinco niveles que iban desde el estado más primitivo en un arcade puro y duro hasta la colonización espacial, que bebía de los RTS) y dejar lo mejor para el final haciendo que muchos usuarios abandonaran el título antes de llegar al punto más interesante.
En todo caso es un acercamiento que merece la pena revisitar por lo original de la idea.
From Dust
El último en llegar al género del simulador de dios. Del creador del mítico Another World, Eric Chahi, From Dust nos sumerge en un mundo tribal y repleto de naturaleza. En él somos el "Hálito", un ser invocado por las tribus para salvarles de todos los males del mundo y lograr que sus comunidades prosperen.
Como el Hálito tenemos la capacidad de dar órdenes a nuestras tribus e interactuar con los escenarios, alterando la orografía gracias al control que tenemos de las fuerzas de la naturaleza. Estamos ante un juego de sencilla ejecución y, quizás, un poco corto, pero considerablemente rejugable. En From Dust tenemos que cumplir unos objetivos, como construir un determinado número de aldeas favoreciendo los accesos a nuestros adoradores o haciendo que consigan runas con las que protegerse de catástrofes naturales.
Somos un dios, un protector tribal, con ciertos retazos jugables de los Lemmings en, por ejemplo, el control que tenemos sobre nuestras tribus. Nunca es directo y, en sus trayectos de un lugar a otro deberemos cuidar de los humanos, salvarles de los problemas que surjan gracias a nuestros poderes elementales, desde manipular el curso de un río hasta solidificar lava. Algunos le tachan de ser corto y, a la larga, poco profundo, pero es un título absolutamente fresco, diferente incluso si tenemos en cuenta la originalidad que habitualmente reina entre los títulos descargables. Un simulador de dios del siglo XXI.
Sim City
Vale, hemos hecho trampas para terminar. Cierto, Sim City no es un simulador de dios, sino uno urbanístico, o como queráis llamarlo. Pero... ¿No os acordáis de las catástrofes? Desde Sim City 2 estas estuvieron presentes. Desde invasiones ovnis hasta terremotos, pasando por volcanes, inundaciones o ataques de robots gigantes. Catástrofes que ordenabas tú. ¿Que llevabas docenas de horas gestionando una ciudad y ya estabas cansado? Pues la destrozabas de mil y un maneras y sembrabas el pánico por la ciudad. Una gran forma de finalizar tu partida o ver cómo quedaría tu ciudad totalmente destruida, para poder rehacerla de sus cenizas después. Por mucho que nos guste construir, cuando nos entra la vena macabra somos muy malos.
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